27/11/09





poema escrito sobre la piel de maría cristina

empecé a contar
los lunares de tu cuerpo
como si cada uno
fuera un universo
a punto de explotar
de emerger
como pequeños volcanes
olvidados
yo los recojo
heridos
animales de tierra de piel
los enumero
como quien recluta
un ejercito
ansioso
de
morir.
Dar tanto amor para que luego toda esa entrega se vuelva un recuerdo más. Cuando antes, esa entrega, significaba todo y a la vez, no necesitaba significar para serlo. ¿De que sirve empezar toda esta cadena reincidente? Estoy decepcionado de mi mismo. De todo, en realidad. Solo valdrá la pena si es que me haces encontrar algo nuevo. No quiero parecer un niño, de esos que se engríen al ver que han perdido a alguien. De esos que ven partir el barco y rompen a llorar. Pero estoy triste. Eso no lo puedo esconder.
Secretaryxxx
El melancólico mundo de su pagina pornográfica


Por Franco Finocchiaro




Yo había estado ahí.

Me acorde de tu rostro entumecido frente a la cámara. Estaba cansado de la misma pornografía y mi amigo Lorenzo tenia una cuenta en tu pagina web. Lo sé, no era tu pagina web, era una pagina porno, era la de miles de chicas (y chicoschicas) que se desvestían en vivo para el que pagara con su tarjeta mastercard en una cuenta de Estados Unidos. Lorenzo me dio su clave y me dijo que entrara, que total, era ilimitado. Que probara la opción de webcam, ahí, en vivo, cualquier chica si pones en privado se desviste para ti, y hasta puedes hacerle las huevadas más raras que habías pensado ver.

Entre y la primera imagen es la de un hombre penetrando analmente a una mujer que, según yo, debe tener alrededor de cuarenta años. Ese tipo de pornografía ya la conocía: Milf. Adolescentes que se acuestan con señoras. Yo lo vi un tiempo, hasta que tuve que cambiar, porque la pornografía es buena, pero aburre. Es por eso que termine aquí, buscándote y como un animal hambriento te encontré. Con la boca entre abierta, con los labios rojos como si estuvieras sangrando.

Tu nombre era secretaryxxx y a mí me gustan las secretarias. Mi madre lo es. Y eso a veces me entristece. Yo sé que el oficio de las secretarias es necesario y respetable, pero lamentablemente llevan la cadena de tener como prototipo tener que succionársela a su jefe. Yo también cargo esa cadena. La sección de webcam la habían dividido en varias categorías. Yo busque en latinas, porque mi sangre hirvió al leer el nombre de ese rango. Porque mi entrepierna vibra, ahora, al leer tu nombre. Puntaje 9 de 10, esa era tu consigna. Nunca llegaste a estar en la categoría de recomendadas. Entre tus gustos aparecían: las cosas sucias en la cama y leer. Esto ultimo era raro. Busque en otras después de conocerte, y ninguna ponía algo como “leer”. A las otras les gustaba las cosas sucias en la cama y el sexo oral, o anal, o el sexo con globos, por ejemplo.

Como en una película de Bertolucci, siempre algo nuevo, ahora eres vaho, la cámara acepta tu cuerpo, primero tu cuerpo siempre, tu torso pálido, mis mujeres siempre han sido pálidas, menos la primera, una morena porque mi abuelo José así lo quiso. Yo, feliz.

Secretaryxxx me saluda en ingles. Y yo como sé que es latina le digo, hola. Tiene unos lentes de secretaria. Todos sabemos como son los lentes de secretaria y no necesitan mayor detalle. Sostén blanco, para que su cuerpo níveo, ahora parezca carne. Voy a comerte, pienso. Porque cuando uno esta enfermo, y busca pornografía en la web, tiene que comportarse como uno de los mas retorcidos y yo ya sabia que es lo que quería de ti, mujer.

Te pregunte de donde eras, Argentina. El olor a carne se hizo mas fuerte y yo en ese momento estaba con el corazón agitado, como lo tengo ahora, que te escribo esta crónica de mi amor enfermo, esa noche por ti. Comenzamos a conversar y me di cuenta que yo no estaba en el cuarto solo. Habían dos personas más, que también hablaban para desnudarte lo más rápido posible. Para estar solo contigo, obviamente, tenia que pagar más.

Lorenzo nunca me dijo nada si le cobraron o no. Yo estaba ahora ahí. Tu habías movido tu computadora y ahora estábamos en tu cuarto. Una ventana donde podías ver algunos techos de Buenos Aires. Valió la pena, pienso. Ahora veo tu cuerpo, tu cuerpo entero. Casi perfecto, y un tajo como el de Spinetta aparece en tu pierna, las cicatrices, souvernis del dolor. Con sus lindas piernas ella me hace pensar, debo destruir la mierda de mi gran ciudad. Empiezas a morder los tacos de tu zapato, te ensucias la boca roja. Tu cuerpo no es tan largo, y llevas el sexo descubierto. Recién puedo verlo ahora que abres las piernas. Y yo te miro ahora los ojos, como mintiendo. Te sacas los zapatos, desabrochas el sostén blanco. Ahora sí, tu cuerpo es nieve. Que ahora, como en años, cae sobre tu techo y estas desnuda.

Ya casi no hablamos, hemos entrado en el trance que tu conoces. Comienzas a tocarte, tus dedos se escurren como miel, desbordada, centinelas que solo encuentran orificios. Tocas tus senos y empieza el movimiento curvo. Tu pelo negro cae sobre tu piel. Sal en mi boca. Te sigo, a donde quiera que vaya tu cuerpo.

A donde quiera que acabe tu cuerpo.

Quedan dos minutos. Debajo de uno de los avisos de publicidad había un reloj pequeño que ahora se volvió escarlata y me avisa que solo quedan siete mil doscientos segundos contigo. Yo ya descanso mi cuerpo y el tuyo. Tengo la oportunidad de verte poniéndote de nuevo la escasa ropa que necesitas para regresar. Me sonríes y me dices que me quieres. Mentira. Yo regresare mañana. Verdad. Tu ya no estarás porque como bien se lee en el aviso: brand new models everyday. Cierro la pagina y estoy enfermo.

He quedado vació.
24/11/09

Tiempo muerto
Benjamin Prado

ha sido un día raro. Estás tumbada
junto a mí. Casi puedo escuchar la marea
de la sangre en tu piel
y el deseo que llena tus manos de leones.
Luego, apagas la luz. La noche salta
como un pez de tu corazón al mío.
Y sin embargo hay algo. En realidad
no sé qué es.
Pero aquí está. Es extraño:
de repente, me digo:
-Cada hombre
lleva una pala para cavar su propio Infierno.
Me pregunto qué he visto, dónde estaba,
la razón; imagino
la tarde entera: el bar cerca de la autopista,
la ciudad
debajo de la lluvia igual que un barco hundido;
y algo que yo te dije
y algo que tú dijiste: -Si no sabes
por qué lo has hecho, nunca sabrás por qué ha pasado.
Pero no veo nada, ningún dato,
ninguna relación con el Infierno.
Entonces
miro adelante, busco
las palabras que tienen lo que quiero decir.
Y ahí tampoco hay nada: Hay la azotea roja;
hay el gato que atrapa un pájaro y devora lentamente mis oj0s.
Tú sigues a mi lado.
Tu corazón golpea dentro de la mujer
dormida, igual que un perro ladrándole a las tumbas.
Me pregunto,
después de tantas cosas,
cuando cada hora quema
su selva entre mis manos, me pregunto
qué es lo que sé de ti;
si tal vez, como dice Marianne Moore, lo importante
de lo que vemos es lo que no vemos.
Y no encuentro respuestas. Ni caminos
por qué volver.
Enciendo una luz,
abro el libro,
cierro el balcón.
La nochese reúne a sí misma, se marcha de nosotros
con su cielo vacío,
con su dios que se lleva
algo de nuestras vidas a su ciudad deshecha.
Abro el libro
mientras que en el tejado se mueve la serpiente
azul del agua
y sigues
junto a mí
y por tu corazón se alejan los tambores
y escribo la palabra árbol y en ese árbol
crece
tranquilamentela palabra naranja.