LA SANGRE DE CHEJOV
Era noche en Moscú y Chejov había decidido cenar con uno de sus más cercanos amigos: Alexei Suvorin. Era costumbre ir al L’Ermitage. Aparte de ser uno de sus mayores confidentes era un reaccionario se veía truncada en el pensamiento político y temperamental que los dos sostenían. Alexei era un magnate de la prensa, la cuenta no importaba. Chejov vestía impecable y su entorno era elegante. Cuando Chejov se proponía sentarse su boca comenzó a derramar sangre escarlata. Chejov padecía de tuberculosis.
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